Y ya es Navidad en Trnava. Los escaparates, la publicidad y las calles instauran en mi cabeza la palabra "Vianoce", que ya forma parte de mi vocabulario consolidado.
Hace ya una semana que el mercadillo de Navidad está instalado, y con él, las calles del centro repletas de gente.
El mercadillo aquí completa los puestos de artesanía y regalos con chiringuitos de comida y "medovina", bebida alcohólica hecha de miel que se sirve caliente para endulzar y calentar en estos días en los que el invierno amenaza con llegar.
También hay pequeñas carpas en todo lo largo del recorrido, donde compartir las delicias del mercadillo con lo más allegados.
Pan de jengibre, el dulce por excelencia en las mesas de Vianoce.
Patatas en espiral fritas insertadas en un palo. La gracia cuesta más de dos euros.
Medovina. Este agradable caballero habla un español fluído tras su años de venta ambulante por la mitad del territorio peninsular e insular. Es mi proveedor oficial de tan exquisita bebida.
La pista de patinaje sobre hielo cierra uno de los extremos del mercadillo.
El resto del centro histórico está igualmente iluminado.
Velas de Adviento. Cada domingo previo a la Navidad, se enciende una de las velas.
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